viernes, 4 de enero de 2008

MIRANDO
EL
ALMA



Una de las ideas mas significativas en todo el proceso religioso, e inadmisible para la ciencia es, la existencia de alma.

La razon es simple, pues es simple entender que algo que no tiene alma, pueda percibir a aquello que lo tiene.

Una vez mas, toda la clave esta en tu cerebro.

Tu cerebro es la medida de tu vida y el unico anhelo de todo aquel que fuera un buscador es acceder a la iluminacion como objetivo de vida.

La iluminscion es el estado de propiedad interior de lo infinito no dual.

El estado de maya, de sueƱo de estar dormido, se conoce por ser finito y dual.

Desde maya el alma existe y, por tanto, afirmar algo desde ella es simplemente negarla.

El sutra dice que el vacio es la forma y la forma es el vacio.

En este espacio de resolucion no cabe el alma. Es que no hay forma de insertarla.

Lo que se debe entender es, que desde la mente no se puede entender nada mas que el propio limite de aquello que se entiende.

Permitir que no existe otra idea o intencion mas que la propia iluminacion, como inicio de ese proceso cognitivo, se vuelve clave.

Imaginate que fuera posible viajar en el tiempo al pasado.

Solo el enunciamiento de esta pregunta resulta absurdo.

Primero por la inexistencia de la imaginacion mas que por ser una proyeccion distorsionada del pasado igual que la varilla que se deforma en apariencia cuando es introducida en el agua.

Segundo, no existe nada que sea pasado o futuro, con lo cual, ademas de deshacer el punto primero ademas, arrasa con el concepto tiempo y no ya con el del viaje.

El supremo conocimiento es lo irreal de todo conocimiento.

Lo que estamos desarrollando es la respuesta.

El conocimiento de la iluminacion es que no hay conocimiento, porque no hay preguntas, solo respuestas y solo respuesta.

El alma no es alma y por eso es alma.

Y, en el momento que ves algo que destaca por su belleza y entiendes la irrealidad de las dos almas entiendes que el verdadero milagro es la posibilidad de ver el alma en algo.

A eso el zen lo llama, la delicada fragilidad de la belleza.


...no le busques sentido, no lo tiene.


maestro zen

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